sábado, 27 de febrero de 2010

La amistad el gran tesoro

Algunas veces podemos experimentar que estamos en una gran burbuja donde todo lo que se respira es aire puro y las demás personas cuidan de nosotros para que no caigamos en algún abismo.  La realidad es cruel comparada con los pensamientos que tenemos sobre cómo pueden sucederse las cosas.  También nos damos cuenta que más que respirar aire puro, sentimos que no podemos respirar, que los problemas nos agobian de tal manera que no hay espacio para nada bueno, solo para la queja. 
Los ideales que nos han sembrado, las convicciones que hemos adquirido a lo largo de los años se desvanecen como un espejismo, hasta el punto de caer en la angustia y la depresión.  Consideramos que las personas más que cuidarnos buscan nuestro daño.  En esos momentos, cuando todo es dificil y parece que no podemos seguir el camino, tenemos un amigo o amiga a nuestro lado que comparte no sólo las penas sino también las alegrías.  No es lo mismo vivir cada día solos que en la soledad, un amigo o amiga es un auténtico tesoro porque nos cuidan, pero sin el interés que le devolvamos algo a cambio. 
La amistad nos da la fuerza para lanzarnos al vacío, sobre todo cuando el resto del mundo pretende desalentarte en cualquier empresa que busques realizar.  La verdadera amistad tiene un amor profundo por ti y te lo hace saber dando todo de si. 
El tesoro de la amistad es lo que he tenido durante los días tristes y los alegres.  No deberíamos creer que todo tiene que ser como lo pensamos, más bien deberíamos agradecer la persona que tenemos a nuestro lado aunque la distancia física nos haya separado. 
La amistad es el manantial por el que somos capaces de seguir viviendo confrontando la adversidad.

Roger Ruiz

viernes, 19 de febrero de 2010

EL VAIVEN DEL CAMBIO

Imposible es la palabra preferida de aquellos que consideran que la vida es demasiado difícil para poder llevarle el ritmo.
Cuando alguien es capaz de atreverse a hacer cambios profundos en su vida, no dejan de escucharse las voces, por todos lados de aquellos que consideran que se debe esperar a tiempos mejores, que hay crisis, que no se consigue trabajo, que eres demasiado viejo para esto.
Luego te enfrentas a la realidad y vives estos acontecimientos en carne viva, aunque agregándole el factor miedo se hace tan difícil de llevar como cuando te dejas intimidar por la montaña que has pensado subir.
Sin embargo la vida debe llevarse poco a poco, no dejándote guiar por los profetas del desastre, quienes a la larga, tienen una visión tan reducida de la vida que todo les parece cuesta arriba. Toda montaña es demasiado empinada para subirla, sobre todo cuando comienzas el camino y si a esto le agregas la madurez que te hace sabia y miedoso, todo se enreda y provoca no continuar.
En éstos momentos cuando todo está en contra, cuando no percibimos las mejoras porque hemos perdido la capacidad de sorprendernos de los pequeños detalles, es cuando hacemos un acto de fe y seguimos viviendo, dando el primer paso hacia la montaña y luego el segundo, porque al final lo importante no es ir contra reloj sino contra la corriente de aquellos que vaticinan el fracaso mucho antes de comenzar a caminar.
Las cosas se pueden tornar difíciles o muy difíciles, pero no significa que imposible superarlas, basta con hacer un acto de fe, que consiste en caminar con la firme convicción que en el camino se enderezan las cargas. No digo que el cambio se realice con facilidad, pero produce mayor satisfacción cuando somos capaces de cambiar para ser más felices.
Puede que haya momentos muy fuertes y que te dejes llevar por la derrota, siempre y cuando solo sean pequeños momentos que desembocan en un empuje mayor de optimismo ante la vida. Porque la verdad es que a medida que se avanza en éste hermoso camino de cambios, también se experimentan satisfacciones que no las entiende aquel que se anquilosa en sus miedos al movimiento de la vida.
Adelante, somos humanos, pero no dejemos que nuestro espíritu se doblegue en el vaivén de la trivialidad.
Roger Ruiz

jueves, 18 de febrero de 2010

Vivir con Ahínco

Hay momentos difíciles de la vida donde provoca dejarlo todo y volver atrás. En ocasiones este pensamiento recorre cada hueso del ser humano, todos los miedos vienen al encuentro de aquel que tiene las defensas bajas, el ánimo destrozado y oyendo las burlas de un mundo triste que se alegra del fracaso experimentado por esa persona y brinda para que se mantenga en su derrota. Pero la vida es así, fracasos y triunfos, alegrías y penas, amarguras y dulzuras … Podemos dejarlo todo y echarnos hacia atrás con rostro de derrota o ver las cosas como son, reconocer que los momentos difíciles también son parte de la vida y no tiene nada que ver con suertes echadas o negatividad circundante.
Todos experimentamos lo árido de la vida pero son pocos los valientes que siguen adelante a pesar de las derrotas. Volver atrás no es una opción válida sino para el cobarde que culpa a los demás de sus penurias, hace falta gente valiente que viva la vida con fe en que siempre hay un mañana capaz de cambiar y dar un giro de 180 grados a la existencia. Vale la pena reflexionar sobre aquellas personas que a lo largo de la historia nos han demostrado que el cambio es posible y vale la pena, incluido el dolor que pueda embargarnos por algunos instantes de ésta corta vida.
Pienso en todo aquel que haya marcado diferencia en su entorno, no con violencia imponiendo los criterios con armas sino con la palabra de la verdad que en estos tiempos viene mermada por aquellos oportunistas que ahora plagan los canales de televisión para gritar barbaridades durante tanto tiempo que al final muchos terminan por creerlo. Pienso en la mujer que le dice: “basta” a un supuesto hombre que en un tiempo le dijo que la amaba y que ahora responde con golpes. Pienso en el joven que es capaz de levantarse después de experimentar la derrota con las drogas o el alcohol y desea permanecer sobrio. Pienso en aquellos que aun no siendo violentos fueron victimas de la violencia por defender los derechos fundamentales en una sociedad podrida de reclamos insustanciales.
Lo bello de la vida es que podemos comenzar de nuevo, incluso aquellos que han cargado con el peso de la culpa por sus actos singulares. Cada día trae sus disgustos, es verdad, pero también trae esperanza para aquellos valientes dispuestos a encontrarla. La tentación de volver atrás es la peor, porque nos crea la ilusión de creer que con las cosas como estaban bastaba y sobraba para vivir sin muchos problemas, culpando siempre a otros de mis desgracias, mis miserias. No vale la pena quejarse tanto, vale la pena seguir adelante, confrontando la adversidad.

Roger Ruiz