sábado, 17 de julio de 2010

AGRADECER NO SÓLO EL PAN DE CADA DÍA

Cada día que pasa me convenzo más que todo en la vida es motivo de agradecimiento, incluyendo lo desagradable que puedan tornarse las cosas.  La alegría, al contrario de lo que opinan muchos, se puede alcanzar, es más, se puede vivir intensamente si no la desligamos de las dificultades cotidianas.  El pensamiento del grueso de las personas tiene una fijación casi obsesiva con respecto a las desgracias o cosas malas que suceden.  Me maravilla el hecho de la influencia de los medios poderosos de comunicación, que están manipulados por unos pocos, donde el plato de la mañana, tarde o noche es el desaliento y la violencia.  Las conversaciones entre la gente tienen un matíz de tristeza y resignación, también odio y rencor.  Necesitamos un chivo expiatorio en quien volcar nuestras frustraciones.  A todo ésto se agrega una sociedad de consumo que, a pesar de los años de crisis y el desempleo, crea necesidades ficticias de cosas que ni siquiera son importantes y que al adquirirlas producen asco y aburrimiento dando paso a la búsqueda innecesaria de otra cosa que se proyecte como el remedio a los males que se padecen.

Me encanta dar gracias a la vida por cada día que pasa. Entiendo perfectamente que existen muchas situaciones dificiles que pueden producir exhaltación del corazón ante problemas sin solución aparente. Pero como somos seres contradictorios, agradezco no sólo el pan de cada día, sino también el jamón, los encurtidos, las legumbres y frutas semanales o mensuales según el caso.  Experimento mucha paz y relajación en cosas sencillas como mirar un atardecer, sentir la brisa aunque tenga que quedarme quieto para poder persivirla.  Me gusta disfrutar de un licor y una pipa leyendo un buen libro, que los hay en abundancia.  Antes compraba cantidades impresionantes de libros, ahora lo pido prestado en la biblioteca cercana y es igual de divertido. 

Total que la vida tiene momentos muy hermosos, con todo y sus problemas.  Sé que experimento momentos de angustia, porque solo soy un ser humano y también noto que cada vez éstos sentimientos pierden fuerza.  Llega un momento en la vida, una encrucijada, un climax en que o tomamos la decisión de vivir la vida intensamente o nos dejamos llevar por el desaliento y la desesperación convirtiendo cada instante en un infierno terrenal.  Yo he tomado la decisión de vivir feliz.

Roger

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