miércoles, 16 de diciembre de 2009

EL JUSTO MEDIO


     “La virtud se encuentra en el justo medio”, una frase lapidaria de Aristóteles, que refleja una enseñanza de vida muy especial.
     Vivimos entre extremos, podemos mirar nuestros deportes favoritos y sus hinchas o fanáticos, en el hogar con un padre o madre que es excesivamente condescendiente o por el contrario, demasiado severo. En la niñez y adolescencia se afianzan etapas de extremo; cuando eres niño admiras a tus padres e incluso los consideras héroes o dioses, cuando eres adolescente es el otro extremo, te avergüenzas de tus progenitores y además los consideras humanos demasiado humanos.
     Los defectos saltan a la vista, lo bueno desaparece. Los padres son también influidos por el extremismo, cuando los niños están pequeños les llenan la cabeza de informaciones erradas y con el único fin que hagan sólo lo que ellos consideran que es bueno, sin importar lo que piensen o la tendencia de su vida. Cuando viven la adolescencia de sus hijos, culpan al cónyuge por sus errores y su mala influencia.
     En cualquier caso, la convivencia humana, se encuentra entre extremos, si enciendes la televisión, las noticias te aportan una carga de negatividad sumamente grande, para ellos todo es malo, sin darnos cuenta que todo ello pertenece a un gran sistema de control para no darnos oportunidades de creer en el cambio de las cosas. La cultura del miedo está arraigada en la mente de las personas: miedo al qué dirán, miedo a los padres, miedo a perder el trabajo, miedo a la precariedad, miedo a las enfermedades, miedo a los inmigrantes, miedo a no llegar al fin de mes, miedo a perder amigos y en las religiones miedo a la vida después de la vida.
     La respuesta a las cuestiones planteadas se encuentra en nosotros mismos, lo primero es confrontarnos con el miedo, con la firme convicción que es posible vencerlo, día a día. Yo no sé si pueda vencer el miedo mañana, pero haré todo lo posible por vencerlo hoy.
     Los seres humanos son sólo eso y por tanto es inconcebible pensar en un ser humano perfecto, sin embargo, aún cuando todos aceptan que cometemos errores, nos escandalizamos si alguna persona pública los comete, como si en el momento en que son personas públicas adquieren el compromiso de dejar de ser humanos. Muchos no son felices porque piensan que no son dignos de la vida y otros se consideran jueces de la vida privada de los personajes públicos para tapar con un dedo los errores que nos carcomen cada día. El justo medio se encuentra en fluctuar entre los extremos, en saber sopesar las situaciones y actuar en consecuencia, aunque cometamos el terrible error de equivocarnos.
      La vida también consiste en reconocer quienes somos, valorarlo, crecer, es decir, en caminar cada día sin mirar atrás, más que para aprender y seguir adelante.

Roger Ruiz

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